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Trámite de consulta pública sobre el anteproyecto de ley contra el desperdicio alimentario, presentado por el MAPA

Desde Despilfarro Alimentario, una iniciativa que pretende ser lugar de encuentro, información y debate acerca del desperdicio de alimentos, queremos hacerles llegar nuestras observaciones al texto de consulta presentado.
Agradecemos al MAPA esta posibilidad de plantear nuestra preocupación, así como poder contribuir en alguna medida al análisis y propuestas en esta consulta pública.

En primer lugar, estamos de absolutamente de acuerdo con la necesidad, oportunidad y urgencia de la propuesta sobre esta futura ley.
Entendemos que es el momento de aportar a la consulta pública grandes líneas de fondo e intenciones que debe llevar esta legislación. No entramos a plantear el detalle de la Ley, algo que llegará cuando exista un articulado sobre el que alegar o proponer con más detalle.
Desde esta perspectiva, desde Despilfarro alimentario, expresamos las siguientes cuestiones:

  • Estamos de acuerdo con que se plantee la norma con RANGO DE LEY, dado que es necesario que tenga un carácter de máxima prioridad política, como sucede en otros países del entorno. Este carácter debe hacer prevalecer sus objetivos y propuestas sobre otras leyes o normas de inferior rango, o aquellas que contradigan o dificulten el cumplimiento de este Ley. Igualmente debe permitir que se pueda aplicar en todo el territorio nacional, sin necesidad de desarrollos similares a niveles autonómicos, circunstancia que dificultaría su entendimiento por la sociedad, entorpecería el cumplimiento por parte de las entidades afectadas de la cadena alimentaria cuyo ámbito de actuación es nacional y podría generar un conflicto competencial entre administraciones.
  • Aunque la Ley deba desarrollarse para su aplicación en la realidad española, NO es necesario “REINVENTAR” todo un articulado. Existen diversas normativas como la ley catalana 3/2020, que puede ser un modelo adecuado a seguir, sin necesidad de reelaborar todo como si hubiera que partir de cero. Igualmente se pueden aprovechar muchas ideas interesantes de las leyes italiana o francesa, que además pueden venir ya probadas por sus errores o éxitos en su ejecución.
  • Estamos ante un problema muy importante para el que es necesario poner en marcha medidas LO MÁS PRONTO POSIBLE, ya que aún así, los resultados sólo serán visibles a medio y largo plazo. Es más fundamental desarrollar pronto la normativa, que la tramitación parlamentaria sea ágil, igual que en su necesario posterior desarrollo reglamentario. La sociedad, la UE, el Parlamento europeo, e incluso la propia ONU llevan hablando muchos años de este grave problema. Es una cuestión que no podemos seguir demorando y por tanto hay que ser diligentes en tomar medidas
  • En este sentido es preferible realizar un esfuerzo de CONSENSO con todas las administraciones y dedicarlo a elaborar una buena ley nacional, a tener que dedicar ese tiempo y esfuerzo a elaborar 17 normativas autonómicas. Del mismo modo se debe buscar un consenso con todos los partidos parlamentarios para lograr una aprobación, si es posible, por unanimidad, algo que es deseable y posible, como sucedió en el Parlamento de Cataluña.
  • En este mismo sentido la futura Ley no debe ser una normativa que sirva de simple coordinación de las normativas autonómicas o se convierta en una especie de mínimo común múltiplo de todas ellas. Debe tener suficiente aceptación y consenso como para que sirva una única ley para todo el territorio. Los problemas son prácticamente idénticos en todos los lugares, y por ello no es necesario arbitrar excesivas excepcionalidades normativas.

Entrando en las características que deben tener la ley y sus objetivos, planteamos las siguientes cuestiones:

  • La ley debe ser EXIGENTE, a la altura del gran reto que se nos presenta. Estamos hablando de una situación que implica el derroche de recursos costosos e imprescindibles (agua, tierras, fertilizantes, fitosanitarios, energía, trabajo, contaminación, etc). Se está exigiendo al sector productor agroalimentario europeo (a través de la PAC, del Pacto Verde y de su estrategia “Del Campo a la Mesa”) que se produzca más (la demanda parece que crecerá en los próximos años), pero con menos recursos. Se está pidiendo la cuadratura del círculo. Y sin embargo tenemos entre manos la solución a esta paradoja. El despilfarro alimentario supone tirar alimentos y recursos a la vez. Tenemos una herramienta idónea para dar solución a este desafío, reduciendo el Despilfarro Alimentario hasta lo más cercano posible a cero. Si la agricultura europea y española se enfrentan hoy a un reto, es el de disminuir drásticamente las pérdidas, el desperdicio y el despilfarro. Estamos gastando hoy, innecesariamente, recursos que nos serán imprescindibles para producir mañana. El medio ambiente ya está mostrando sus límites y no se puede explotar más los recursos (energía y fertilizantes cada vez más escasos y caros, aguas y aire contaminados, zonas vulnerables por nitratos, plaguicidas cada vez menos efectivos,…). Estamos ante un grave problema, no sólo un asunto de resolver un problema de mala conciencia.

En este mismo sentido, tenemos una situación social de PRECARIEDAD ALIMENTARIA de una buena parte de la población. No podemos estar tirando al menos 8 MTm de comida al año (26 Mkg semanales) mientras hay familias que pasan hambre o no tienen una alimentación mínimamente digna. No es un problema a resolver por conciencia, sino que es un grave problema moral en la asignación de los recursos que tenemos, que son más que suficientes para toda la población.

  • Igualmente el Despilfarro Alimentario genera problemas de escasez y hambre fuera de nuestro territorio. La búsqueda de tierras y recursos donde producir nuestros alimentos, la importación de estos innecesariamente, privan de los recursos alimentarios a pequeños agricultores en otros continentes. Así se genera problemas como el acaparamiento de tierras, la explotación de recursos como la pesca, la explotación de la mano de obra o la presión sobre el medio ambiente fuera de nuestras fronteras. El Despilfarro Alimentario tiene consecuencias gravísimas dentro y fuera de España.
  • Desde DespilfarroAlimentario.org proponemos que la futura ley se denomine “LEY CONTRA EL DESPILFARRO DE ALIMENTOS”, y no sólo de pérdidas y/o desperdicio. El lenguaje que usamos también define los problemas. No es lo mismo pérdida, desperdicio o despilfarro, como se explica en esta entrada en nuestra web. La palabra “despilfarro” tiene unos matices distintos a los otros dos conceptos, implicando responsabilidad en el descarte de alimentos. Por tanto pedimos que se incluya en el enunciado de la ley la palabra despilfarro, de forma única o, al menos, junto a los otros dos conceptos.
  • Por otra parte pensamos que esta necesidad de desarrollar una ley contra las pérdidas, el desperdicio o el despilfarro de alimentos, viene precedida de la conciencia de que los alimentos son valiosos recursos, imprescindibles como pocos, para la vida. Por tanto éste debe ser el concepto que guíe el desarrollo de la ley, que debe perseguir el aprovechamiento máximo de todos los recursos alimentarios (y de los que sirven para producirlos) de los que disponemos. Los alimentos NO SON RESIDUOS. Catalogarlos como tal, como se hace en demasiadas ocasiones, o como creemos que se tiene intención desde el gobierno, de desarrollar esta ley bajo la próxima Ley de Residuos, derivada de ella, incluida en ella o supeditada a ella, es rebajar automáticamente su categoría de recurso a residuo. Ello supone reducir su valor intrínseco, lo que facilita su banalización y, por tanto, su desperdicio. Cuando tenemos entre manos un recurso, el objetivo es aprovecharlo, mientras que cuando tenemos un residuo, lo que buscamos es como gestionar un problema. Deben diferenciarse ambos, como se explica en este hilo de twitter y denominar como residuo, como la propia palabra indica, lo que ya no es de ningún modo (por ahora) aprovechable.
  • Siguiendo con este hilo sobre el valor de los alimentos, uno de los principios que debe regir la ley es el cumplimiento de la JERARQUÍA DEL VALOR DE LOS ALIMENTOS. Un alimento, desde su producción, debe tener como objetivo alimentar a un ser humano. Todo lo que no sea eso, supone un derroche de dichos recursos. Cada escalón que se rebaja en la pirámide de aprovechamiento es una pérdida de agua, tierras, transporte, preparación, transformación, etc… que podrían haberse empleado de forma más eficiente. En este sentido se debe evitar la paradoja de Jevons que “relaja” las costumbres cuando sabemos que de alguna manera se aprovechará lo que tiramos (ya sea para alimentar animales, compostaje o uso energético).
  • La ley debe contemplar como uno de sus principales ejes el de la CONCIENCIACIÓN de toda la cadena alimentaria y de toda la sociedad en su conjunto. Es uno de los grandes retos que se enfrenta. Si no estamos convencidos de que esto es un problema muy grave, no servirán de nada la ley, las iniciativas que se pongan en marcha, las sesudas innovaciones tecnológicas o ni siquiera los mecanismos sancionadores.
  • La CONCIENCIACIÓN DE TODOS LOS CONSUMIDORES es básica. Vivimos en una sociedad desarrollada, donde el nivel de vida, en general, ha hecho muy accesibles todo tipo de alimentos a unos costes relativamente bajos. Según algunos estudios, el gasto en alimentación (lo más importante junto a la vivienda) puede suponer ente un 10 y un 15% de la renta familiar. Eso nos hace pensar que los alimentos son baratos y fáciles de producir, que no existe ningún problema de abastecimiento o accesibilidad. Sin embargo la mayor parte de la sociedad desconoce el coste real de los mismos y que nos llegan a ese precio gracias a las ayudas como la PAC. Eso hace que se banalicen injustamente. Por tanto, es necesario dar a conocer el valor real de los alimentos, para que se valoren en su justa medida. Despilfarrar alimentos no beneficia a nadie, ni siquiera, como aparentemente se podría pensar, a los productores.
  • Junto al desarrollo de esta ley debe plantearse un trabajo paralelo exhaustivo de ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN Y DE SUS CAUSAS. Es necesario conocer en detalle cuánto, cómo, dónde y por qué acaban los alimentos en la basura, desde los campos o mares hasta el consumidor final, en cada eslabón de esa cadena. Eso ayudará a proponer medidas adecuadas para resolver el problema y poder establecer objetivos concretos y medir los avances que se realicen a fin de impulsar o corregir las propuestas. En este sentido, cabe destacar, como aparece en los datos de la estrategia “Más alimento, menos desperdicio”, que apenas han disminuido las cifras de alimentos despilfarrados en estos años, a pesar de los esfuerzos que se vienen realizando exceptuándose algunos momentos de ligero avance.
  • Otro de los factores clave en la ley debe ser la priorización en la PREVENCIÓN. Es mejor evitar la generación de excedentes que buscar salidas a ellos. Cuanto más tarde se actúe en la cadena alimentaria, más recursos estarán en riesgo de ser desperdiciados.
  • La ley debe ser INTEGRAL, abarcando toda la cadena, incluyendo la producción primaria, que frecuentemente no se considera como un espacio en el que se despilfarran muchos alimentos. Algunos estudios, como el realizado por el del Grupo Focal “Reduciendo las pérdidas de alimentos en la granja”, cuantifican las pérdidas hasta en un 10% del total de la producción.
  • El SECTOR PRIMARIO se ve sometido a numerosas leyes y circunstancias de trabajo y de mercado que implican un despilfarro importante de alimentos que nunca llegarán al plato. Leyes estéticas sobre el calibre, forma o color de los productos, que hace que se rechacen sin llegar a cosecharse siquiera. Alteraciones sobrevenidas de los precios y mercados. Ruptura de contratos unilaterales de entrega. Condiciones de venta que implican sobreproducir para evitar incumplimientos con lo firmado, etc. La Ley de la cadena alimentaria tiene mucho que decir y hacer a este respecto, para respaldar a esta ley de la que hablamos.
  • Este enfoque integral debe sancionar aquellas actuaciones que se producen en un eslabón, y que provocan el efecto de derroche en otro, ya sea anterior o posterior. Así por ejemplo las ofertas de 2×1 o 3×2, que invitan a comprar más de la cuenta y hacen que el consumidor termine muchas veces por tirarlo. O las cláusulas de los contratos con proveedores que fuerzan a la sobreproducción o a la producción en la que priman criterios estéticos.
  • En este aspecto integral debe reconsiderarse especialmente la sobrecarga que se deposita en el CONSUMIDOR FINAL. Es en este eslabón donde es más difícil la prevención y la concienciación (hay que modificar el comportamiento de 48 millones de personas), donde el producto descartado tiene más valor añadido (transporte, transformación, empaquetado,..) lo que supone mayor derroche de recursos y donde la capacidad de derivar el problema es prácticamente nula.
  • La ley debe ser AMBICIOSA, exigente, pues el reto lo necesita así. Debe aspirar a objetivos ambiciosos a corto, medio y largo plazo. Debe ser atrevida, como la francesa, en la que directamente se prohíben ciertas prácticas como las ofertas 2×1. Debe plantearse si los servicios de buffet, tal y como funcionan actualmente son compatibles con esta norma. Pueden promover las “tallas” de las raciones en los restaurantes. O si los contratos entre proveedores y clientes de la cadena tienen cláusulas que provocan despilfarro alimentario. Promover el espigueo en campo y/o llevarse las sobras de los restaurantes. En fin, debe ser ambiciosa e imaginativa en sus fines y propuestas.
  • También debe contemplar un SISTEMA SANCIONADOR. Hay prácticas que deben estar prohibidas y deben ser sancionadas. En Francia el sistema incluso llega a sanciones penales para los directores de los supermercados si estos permiten la destrucción de comida arbitrariamente. Por la experiencia en el sector agroalimentario español, de poco o nada sirven los códigos voluntarios de buenas prácticas. Es una forma de no hacer nada o hacerlo de una forma que no es la que necesita el reto.
  • Y, a la vez, debe plantearse como un SISTEMA MOTIVADOR, con el que se anime a cada empresa o ciudadano con algún tipo de ventaja o reconocimiento, mejora pública de su imagen o incluso la reducción de impuestos ligados a los costes o tasas de recogida de basura o vertedero, por poner algún ejemplo.
  • También es necesario destacar que este reto al que nos enfrentamos NO ES UN PROBLEMA EMINENTEMENTE TÉCNICO, de conocimiento. No es necesario producir más (es contraproducente) si no aprovechar lo producido. Tampoco es necesario impulsar grandes avances tecnológicos o innovaciones complejas y, a menudo, caras. La mayor parte de las soluciones pasan por aplicar el sentido común y las herramientas que ya están a nuestra disposición: mantener cadena de frío, seguir las 5 “R” (Reemplazar, Reducir, Reutilizar, Reciclar, Recuperar), revisar la idoneida de las fechas de caducidad, etc… La clave para resolver el problema es de CONCIENCIACIÓN Y ACTUACIÓN EN CONSECUENCIA, tanto a nivel personal, como social, empresarial o político.
  • Una excepción a la anterior observación puede provenir del impulso a la búsqueda de innovaciones y mejoras de eficiencia en los procesos de transformación y distribución, muchas veces sencillos de poner en marcha. Los avances complejos en tecnología y equipos sí pueden desarrollarse en algunos casos, como por ejemplo, para extraer componentes de los residuos finales, una vez que estos ya no tengan una posibilidad de uso directo, sin grandes transformaciones, en la cadena alimentaria.
  • En el texto de la consulta pública expuesto por el MAPA, se dice en varias ocasiones, que se puede promover el emprendimiento. No sabemos a qué se refiere con ello, pero NO estamos de acuerdo con que se creen empresas que hagan NEGOCIO A COSTA DEL DESPILFARRO. Si se crean intereses económicos en torno al despilfarro alimentario, es bastante probable que se generen resistencias para acabar con él.
  • Para resolver el problema de recuperación y reparto de los alimentos sobrantes, proponemos que se estudie un sistema de DONACIÓN DE LOS EXCEDENTES ALIMENTARIOS que sea justo y sencillo. No debe ser más sencillo y barato tirar a la basura que donar. No puede basarse en el asistencialismo de “dar de comer con lo que nos sobra”. No puede tener tantas trabas que termine siendo imposible de realizar. No puede ser más garantista, planteando que debe tener unos estándares de seguridad alimentaria cuando precisamente en muchos casos lo que sufren es la más elemental seguridad alimentaria de no tener alimentos suficientes. La ley debe promover o impulsar canales solidarios de iniciativa ciudadana: puntos de recogida y reparto de excedentes, reparto en comedores escolares, espigueo en campo,….
  • Por último entendemos que la ley debe contemplar MEDIDAS DE ACOMPAÑAMIENTO Y APOYO en todos los eslabones de la cadena de suministro de alimentos, desde el sector productor al consumidor final (industria, distribución, transporte, restauración, restauración colectiva, administraciones, etc). La ley debe plantear la elaboración de guías de buenas prácticas en coordinación con el sector, actuaciones de formación, información o asesoramiento, así como intensas campañas de concienciación a la sociedad en su conjunto. Y si fuera necesario, dotar presupuestariamente el coste de estas intervenciones dentro de esta Ley.

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