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El 20% de los alimentos acaba en la basura (pero no tiene por qué ser así)

Si miramos atentamente la pirámide (jerarquía) de aprovechamiento, deberíamos considerar despilfarro todo aquello que pueda servir de alimento para las personas y que, sin embargo, se deja que “caiga” a los siguientes escalones, mucho menos preferibles por la pérdida de valor nutricional o energético.

En muchas ocasiones este despilfarro se puede evitar de forma simple si se aplica una pizca de iniciativa, otra de sentido común y una dosis grande de concienciación. Esto es lo que vienen a demostrar los ejemplos que se detallan a continuación. La batalla no está perdida.

El veinte por ciento de todos los alimentos producidos en Europa termina en vertederos o se destina a la alimentación del ganado. Algo que le cuesta a la economía 140.000 millones de euros al año. Los expertos dicen que resolver este problema requeriría un esfuerzo común: todos, desde los productores hasta los consumidores, pueden intervenir.

Las zanahorias estropeadas a menudo van a parar a la alimentación del ganado, pero una fábrica holandesa evitó el desperdicio. Lo que no puede vender como bocadillos frescos o zanahorias peladas para la industria alimentaria, lo convierten en zumo e ingredientes en polvo.

Su producción se ajusta continuamente en función de la oferta y la demanda.

Gerbrand van Veldhuizen, director de la fábrica de reciclaje alimentario, vanRijsingengreen, en la localidad holandesa de Helmond, explica su función: «Intentamos optimizar la industria, el mercado de productos frescos y el mercado de ingredientes. Utilizamos todos los ingredientes: verduras, hacemos zumo, pulpa como residuo y tratamos de aprovechar la fibra».

Utilizan subproductos baratos de la industria como una valiosa materia prima.

Bob Hutten, director de la Fábrica de Excedentes Alimentarios pone un ejemplo: «La parte superior e inferior del tomate las rechazan los fabricantes de hamburguesas. Con ellas hacemos sabrosas salsas y sopas. También usamos las zanahorias demasiado grandes para la industria alimentaria y el comercio minorista».

Al utilizar vegetales dañados, deformados o sin color, a menudo considerados sin valor, la Fábrica de Excedentes Alimentarios aumentó su facturación y contrató nuevos trabajadores, en su mayoría provenientes de grupos laborales perjudicados por la crisis.

Bob Hutten, su director, asegura que están en condiciones de aportar su conocimiento: “Invitaría a gente de todos los países a venir aquí para que vieran lo que estamos haciendo. Les aconsejaría, les ayudaría a ver dónde están los problemas y usaría nuestra propia experiencia para que todos los países pudieran tener el mismo sistema de aprovechamiento.»

El proyecto de investigación europeo REFRESH evaluó en cinco países cómo el sector público y el privado pueden trabajar juntos para evitar el desperdicio de alimentos.

El profesor de Cadena Alimentaria Sostenible de la  Universidad de Wageningen, Toine Timmermans, coordinador del proyecto REFRESH, explica que «Esta no es una solución para todos, pero si es una especie de guía de cómo ayudar a cualquier país de Europa y de fuera de Europa a aprender lo que hemos aprendido, y a aplicarlo junto a las diferentes partes interesadas de la cadena de suministro».

Las nuevas tecnologías también tienen su sitio. Una nueva empresa holandesa desarrolló una cámara automática para cocinas de restaurantes. Sigue todo lo que va a la basura y elabora estadísticas sobre el desperdicio de alimentos que podrían haberse evitado. Aseguran que pueden ahorrar a los restaurantes siete veces más de dinero que el que cuesta su servicio.

Olaf van der Veen, director ejecutivo de la empresa Orbisk, en Utrech, explica que su sistema “Cuantifica el desecho sistemático y así en cada restaurante podrán decidir si compran menos de un artículo que está acabando en la basura. Vemos que, como media, cada monitor puede ahorrar cuatro mil kilos de alimento al año. ¡Así que imagínense si aplicamos esta tecnología a gran escala!»

Muchos supermercados holandeses hacen descuento en productos que van a caducar, comercializados como caja sorpresa o compra a ciegas.

La panadería Jumbo Verberne congela el pan fresco que no se vende en el día y lo rebaja para hornear. Su propietario, George Verberne, explica que «Ahora siempre hay pan disponible, desde primera hora de la mañana hasta la noche. Es una solución en la que todos ganan: se desperdicia menos pan y se sirve mejor a los clientes».

Reducir el desperdicio de alimentos es uno de los objetivos de la estrategia alimentaria de la Unión Europea conocida como De la granja a la mesa.

Denis Loctier
Fuente: Euronews

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