Vivimos en un mundo que produce alimentos para 12.000 millones de personas. A pesar de ello, más de 2.000 millones sufren carencias graves, llegando a morir, por hambre o consecuencias indirectas, 100.000 personas al día. A la vez, otro tanto de la población sufre por enfermedades derivadas del exceso de alimentos.

Es un sistema extenuante para los recursos como el suelo, el agua, la energía. Genera problemas medioambientales por contaminación del aire o el agua, la disminución de bosques, la pérdida de biodiversidad o el acaparamiento de tierras. Explota el trabajo, muchas veces precario, de millones de pequeños productores, muchos de ellos migrantes, a los que no se paga justamente sus producciones.

Mientras tanto, tiramos a la basura ¡un tercio!
de los alimentos que se producen en el mundo.

Estos costes, externalizados, no pagados por el mercado, termina pagándolos la sociedad en forma de gasto sanitario, zoonosis, cambio climático, desempleo, precariedad, despoblación y hambre.

Por todo ello podemos afirmar que el sistema alimentario actual es ineficiente, insano, injusto, insostenible e inmoral. Y que el despilfarro de alimentos, siendo evitable en la mayor parte de las ocasiones, es una de sus máximas aberraciones.
Y que por ello tenemos que plantearnos luchar, de todas las formas posibles, contra este absurdo: Di NO al Despilfarro de Alimentos.

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